Me he dado cuenta que las heridas del alma no tienen cura, que lo único que las sana es la firmeza del tiempo.
Me he dado cuenta de lo efímero que puede resultar un beso y de lo eterno que se puede llegar a convertir su anhelo.
Me he dado cuenta de todos los momentos que han acabado convirtiendose en recuerdos por culpa de malos tiempos.
Me he dado cuenta del cariño que se desprende en un abrazo sincero, y en una mirada llena de deseo.
Me he dado cuenta que el dolor a veces es necesario sentirlo para saber que estas vivo.
Me he dado cuenta que una huida a tiempo siempre fue mas fácil que quedarte donde nunca te quisieron.
Me he dado cuenta que el olvido es cuestión de tiempo.
Me he dado cuenta que la fortuna la tiene quien sabe querer de verdad y no quien cree tener más.
Me he dado cuenta que es necesario compartir la alegría para saber apreciarla con los demás.
Me he dado cuenta que nunca se pierde cuando se ama con intensidad.
Me he dado cuenta que el destino se encargará de hacernos ver todo lo que un día no supimos contemplar.
Me he dado cuenta que en realidad no somos nada, que la grandiosidad de una catedral es la comparación perfecta para explicar lo insignificantes que un día llegamos a ser.
Florencia lleva siglos brillando con su catedral desde la inmensidad, y sin embargo mírame, yo no fui capaz de soportar la caída desde aquel lugar tan alto que un día llegué a alcanzar.
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